Monday, January 22, 2007

Bocadillo de uñas con cemento (I)

- ¿Miguel?

- Dime, dime que es lo que quieres, estoy almorzando, dime; ¿que es lo que quieres?, nada sólo decirte que han llamado de una notaría del centro, que te tienes que presentar hoy a las siete.

- Miguel, dime que no ha pasado nada, que todo va bien,

- No se de lo que me estás hablando, ¿de que trata esto ahora?.

- Miguel, no me vuelvas a engañar, por favor, no quiero volver a pasarlo mal.

- No se que es esta mierda, no se si será de la hipoteca, pero llevamos todos los pagos al día, no se de donde ha salido esto. A las 6 estoy en casa y vemos que pasa. Espero, no sea nada.

- Por favor María, esta vez te pido que confíes en mí, te lo pido porque no se nada acerca de esto, espero que no nos dé una vez más de lado el destino.

- Yo también lo espero Miguel, yo también lo espero, no quiero volver a pasarlo mal.

Colgó el teléfono y a la vez que el aparato llegó al bolsillo del pantalón, un escalofrío le había recorrido ya todo el cuerpo. Frente a frente junto a él, un viejo enemigo ya olvidado, frente a él, de nuevo el miedo.

Esta fue la estampa que quedó a las 12.30h de una mañana cualquiera, de una ciudad de España cualquiera, un tipo cualquiera, esta vez un obrero cualquiera, sentado en su andamio, intenta comerse el bocadillo de su almuerzo como un tipo cualquiera, pero esta vez el no es un tipo cualquiera, algo le ha pasado o algo le va a pasar, mientras el tipo pelea por comerse la mortadela con aceitunas del bocadillo y no las uñas de los dedos, su cabeza ya no está allí con él.

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